Bueno, mi papel en este grupo no sabría definirlo, simplemente sé de mí que tengo espíritu crítico y una visión del mundo un poco utópica, pero que está guiada por la esperanza de que podamos vivir en una sociedad de oportunidades para tod@s. Soy músico desde hace 24 años ya, y nunca he sentido que la industria de la cultura favoreciese el libre intercambio de ideas y esfuerzos: sólo he visto competencia selvática, tráfico de influencias y discriminación. Tambien, afortunadamente, lo que anima a seguir en esto, "exitos" merecidos e inspiradores.
De momento, aunque mi aportación al mundo de la composición es exigua (la mayor parte de mis ideas están recluidas en mi ordenador y en la memoria de unas pocas personas) y mi peso en la SGAE es ridículo, creo que, 1 persona= 1 voto es imprescindible para que cualquier comunidad sea impulsora de las condiciones mínimas de justicia y ética en las relaciones laborales y personales.
No considero que la valoración y fuerza decisoria que un posible intruso-compositor (con un solo tema registrado) pueda obtener en un referendum, sea de tal calado, que desvíe el futuro deseado de la mayoría de los socios. Por otro lado, tod@s tenemos derecho a intentar ser escuchados y a recibir a cambio una compensción por nuestra creatividad. ¿Quién está en posesión de un juicio objetivo tal, que peretenda catalogar los gustos ajenos como inmerecedores de existir?
Otra cosa es que las grandes corporaciones se enriquezcan a base de difundir un único tipo de producto y especulen, además, con él. Por otro lado, no creo que los infiltrados sean tantos; la inmensa mayoría somos currantes que buscan un modo de vivir digno.
Mi aportación a este grupo, por mi experiencia y conocimiento, va más en la dirección de comentar globalmente la situación de l@s profesionales, al fin y al cabo ciudadan@s:
Ser capitalista tiene que ver todo con la problemática de los derechos de autor. Es más, el método de recaudación, reparto y remuneración que impone (dominación=no democracia) la SGAE en connivencia con el Gobierno, a expensas de lo que le dicten los empresarios (capitalista=conservador), está provocando la desmantelación del precario sistema de Derechos (con mayúscula) de l@s profesionales de la Cultura.
Este sistema es típico de sociedades elitistas, excluyentes, voraces y promotoras de desigualdades sociales (totalitarias, reaccionarias, etc.), donde unos pocos se aseguran prebendas y ganancias a costa de la precaria situación laboral y social de los trabajadores/as.
Un método de gestión que favorece casi exclusivamente a los que transigen con sus imposiciones, sus cauces y sus inexistentes oportunidades para cualquiera que sea diferente, alternativo o crítico del modelo de creación que se favorece desde los medios y empresas del sector: comercialidad-frivolidad-ocio fácil y rentable-enajenación popular-consumo masivo.
Está comprobado, por l@s que tenemos un poco de conciencia, que todos estos emporios comerciales, mediaticos, empresariales y financieros, entre los que se encuentra la SGAE, son sostenidos para y por los poderes más asoladores de esta sociedad degenerada por culpa de la ambición (individualismo salvaje), la falta de compromiso solidario y la fe ciega de todos l@s que se han creído sus mentiras y buscan ser aceptad@s en sus filas para alcanzar reconocimiento y un trocito del pastel (rapiña= llámalo x).
De momento, aunque mi aportación al mundo de la composición es exigua (la mayor parte de mis ideas están recluidas en mi ordenador y en la memoria de unas pocas personas) y mi peso en la SGAE es ridículo, creo que, 1 persona= 1 voto es imprescindible para que cualquier comunidad sea impulsora de las condiciones mínimas de justicia y ética en las relaciones laborales y personales.
No considero que la valoración y fuerza decisoria que un posible intruso-compositor (con un solo tema registrado) pueda obtener en un referendum, sea de tal calado, que desvíe el futuro deseado de la mayoría de los socios. Por otro lado, tod@s tenemos derecho a intentar ser escuchados y a recibir a cambio una compensción por nuestra creatividad. ¿Quién está en posesión de un juicio objetivo tal, que peretenda catalogar los gustos ajenos como inmerecedores de existir?
Otra cosa es que las grandes corporaciones se enriquezcan a base de difundir un único tipo de producto y especulen, además, con él. Por otro lado, no creo que los infiltrados sean tantos; la inmensa mayoría somos currantes que buscan un modo de vivir digno.
Mi aportación a este grupo, por mi experiencia y conocimiento, va más en la dirección de comentar globalmente la situación de l@s profesionales, al fin y al cabo ciudadan@s:
Ser capitalista tiene que ver todo con la problemática de los derechos de autor. Es más, el método de recaudación, reparto y remuneración que impone (dominación=no democracia) la SGAE en connivencia con el Gobierno, a expensas de lo que le dicten los empresarios (capitalista=conservador), está provocando la desmantelación del precario sistema de Derechos (con mayúscula) de l@s profesionales de la Cultura.
Este sistema es típico de sociedades elitistas, excluyentes, voraces y promotoras de desigualdades sociales (totalitarias, reaccionarias, etc.), donde unos pocos se aseguran prebendas y ganancias a costa de la precaria situación laboral y social de los trabajadores/as.
Un método de gestión que favorece casi exclusivamente a los que transigen con sus imposiciones, sus cauces y sus inexistentes oportunidades para cualquiera que sea diferente, alternativo o crítico del modelo de creación que se favorece desde los medios y empresas del sector: comercialidad-frivolidad-ocio fácil y rentable-enajenación popular-consumo masivo.
Está comprobado, por l@s que tenemos un poco de conciencia, que todos estos emporios comerciales, mediaticos, empresariales y financieros, entre los que se encuentra la SGAE, son sostenidos para y por los poderes más asoladores de esta sociedad degenerada por culpa de la ambición (individualismo salvaje), la falta de compromiso solidario y la fe ciega de todos l@s que se han creído sus mentiras y buscan ser aceptad@s en sus filas para alcanzar reconocimiento y un trocito del pastel (rapiña= llámalo x).