viernes, 29 de julio de 2011

Como indignado de la SGAE



Bueno, mi papel en este grupo no sabría definirlo, simplemente sé de mí que tengo espíritu crítico y una visión del mundo un poco utópica, pero que está guiada por la esperanza de que podamos vivir en una sociedad de oportunidades para tod@s. Soy músico desde hace 24 años ya, y nunca he sentido que la industria de la cultura favoreciese el libre intercambio de ideas y esfuerzos: sólo he visto competencia selvática, tráfico de influencias y discriminación. Tambien, afortunadamente, lo que anima a seguir en esto, "exitos" merecidos e inspiradores.


De momento, aunque mi aportación al mundo de la composición es exigua (la mayor parte de mis ideas están recluidas en mi ordenador y en la memoria de unas pocas personas) y mi peso en la SGAE es ridículo, creo que, 1 persona= 1 voto es imprescindible para que cualquier comunidad sea impulsora de las condiciones mínimas de justicia y ética en las relaciones laborales y personales.


No considero que la valoración y fuerza decisoria que un posible intruso-compositor (con un solo tema registrado) pueda obtener en un referendum, sea de tal calado, que desvíe el futuro deseado de la mayoría de los socios. Por otro lado, tod@s tenemos derecho a intentar ser escuchados y a recibir a cambio una compensción por nuestra creatividad. ¿Quién está en posesión de un juicio objetivo tal, que peretenda catalogar los gustos ajenos como inmerecedores de existir?


Otra cosa es que las grandes corporaciones se enriquezcan a base de difundir un único tipo de producto y especulen, además, con él. Por otro lado, no creo que los infiltrados sean tantos; la inmensa mayoría somos currantes que buscan un modo de vivir digno.


Mi aportación a este grupo, por mi experiencia y conocimiento, va más en la dirección de comentar globalmente la situación de l@s profesionales, al fin y al cabo ciudadan@s:


Ser capitalista tiene que ver todo con la problemática de los derechos de autor. Es más, el método de recaudación, reparto y remuneración que impone (dominación=no democracia) la SGAE en connivencia con el Gobierno, a expensas de lo que le dicten los empresarios (capitalista=conservador), está provocando la desmantelación del precario sistema de Derechos (con mayúscula) de l@s profesionales de la Cultura.


Este sistema es típico de sociedades elitistas, excluyentes, voraces y promotoras de desigualdades sociales (totalitarias, reaccionarias, etc.), donde unos pocos se aseguran prebendas y ganancias a costa de la precaria situación laboral y social de los trabajadores/as.


Un método de gestión que favorece casi exclusivamente a los que transigen con sus imposiciones, sus cauces y sus inexistentes oportunidades para cualquiera que sea diferente, alternativo o crítico del modelo de creación que se favorece desde los medios y empresas del sector: comercialidad-frivolidad-ocio fácil y rentable-enajenación popular-consumo masivo.


Está comprobado, por l@s que tenemos un poco de conciencia, que todos estos emporios comerciales, mediaticos, empresariales y financieros, entre los que se encuentra la SGAE, son sostenidos para y por los poderes más asoladores de esta sociedad degenerada por culpa de la ambición (individualismo salvaje), la falta de compromiso solidario y la fe ciega de todos l@s que se han creído sus mentiras y buscan ser aceptad@s en sus filas para alcanzar reconocimiento y un trocito del pastel (rapiña= llámalo x).








 

jueves, 28 de julio de 2011

Autor Fórmula

Cuando un sistema de remuneración esta montado sobre una estructura económica en la que se discrimina a los trabajador@s que no cuadran con el modelo impuesto-establecido por los intereses dominantes, lo único que se genera es un feedback por el que la desigualdad, fomenta más incapacidad en los desfavorecidos para alcanzar derechos básicos. 


En la industria cultural y en particular en la música, los estándares comerciales son creados a partir de éxitos dudosos de ciertos productos, que se divulgan por los medios y generan en el público una falsa noción de lo que tiene valor artístico real y la necesidad ficticia de conseguirlos. 

Esta cadena provoca que sólo l@s profesionales que adapten su talento y esfuerzo a reproducir tales modelos (ej. radiofórmula) serán aceptados, mientras cualquier iniciativa alternativa o diferente, sea rechazada por los empresarios que manejan el monopolio de las ventas, y por la inmensa mayoría de usuarios que optan por lo que esté de moda. 

Los creadores que no sepan, no quieran o no puedan pasar por ese aro, quedan automáticamente despojados de sus derechos y oportunidades, en favor de los que han claudicado, los que apoyan el sistema por interés o los que no tienen una visión clara del asunto (engañados). 


Los "artistas" consolidados, los gestores de la élite y los políticos anuentes, son los máximos defensores del actual sistema de derechos, que sirve, no sólo para premiar a los de la tribu de favorecidos y perpetuar sus posiciones y privilegios (ej. voto según tus ingresos, sueldos desorbitados), sino, peor aun, desviar fraudulentamente fondos destinados a l@s trabajador@s y al fomento y desarrollo de la cultura y la industria sostenible. 

RENTA BÁSICA. Cobras por lo que eres (preparación) NO por lo que generas.









domingo, 24 de julio de 2011

Propiedad inmaterial: Derechos de autor

La polémica de los derechos de autor, es parte integrante de la actual dirección de los tiempos: El sistema capitalista, fundado sobre la importancia del beneficio, evoluciona hacia el declive promovido por factores generados en su propio seno: Las herramientas necesarias para alcanzar la liberación.


La importancia del procomún, impelida por el desarrollo de las tecnologías digitales, está poniendo en tela de juicio el trabajo asalariado y reclamando formas de desarrollo y supervivencia adaptados a los nuevos tiempos, que ya pujan por entrar en escena. La Renta Básica Universal, es uno de los métodos reclamados como alternativa a los modos de relación laboral y social, de remuneración y de producción imperantes.


La franca necesidad de potenciar la iniciativa por el desempeño de labores constructivas y llenas de sentido, como formas de vida y relaciones humanas, y no sólo de vías para la supervivencia económica en sistemas de trabajo alienantes; impulsa inexorablemente el deterioro de los pilares actuales de la economía tradicional basada en el consumo, la producción residual, la avidez por el enriquecimiento y la lucha de tod@s contra tod@s; promoviendo en su lugar, un cambio de paradigma que, a pesar de sus detractores y de la renuencia de las gentes al cambio, acabará instalándose en el sentir general como algo, ya no sólo factible, sino imprescindible y consustancial a la evolución de la sociedad mundial actual.



«[…] Más desacuerdo surge cuando se propone otra forma de producción sucesora de la industria como hegemónica. Toni Negri y yo [Michael Hardt] sostenemos que la producción inmaterial o biopolítica está surgiendo en esa posición hegemónica. Por inmaterial y biopolítica tratamos de abarcar conjuntamente la producción de ideas, información, imágenes, conocimientos, códigos, lenguajes, relaciones sociales, afectos y gustos. Esto determina ocupaciones en toda la economía, de arriba a abajo, desde los trabajadores de la salud, asistentes de vuelo y los educadores a los programadores de software, y desde los trabajadores de comida rápida y teleoperadores a los diseñadores y publicistas.

La mayoría de estas formas de producción no son nuevas, por supuesto, pero la coherencia entre ellas tal vez sea más reconocible y, más importante, sus cualidades tienden hoy a ser impuestas sobre otros sectores de la economía y sobre la sociedad en su conjunto. La industria tiene que informatizarse; el conocimiento, los códigos y las imágenes son cada vez más importantes en los sectores tradicionales de producción; y la producción de los afectos y cuidados se está convirtiendo cada vez más esencial en el proceso de valorización. Esta hipótesis de una tendencia de la emergencia de una producción inmaterial o biopolítica como posición hegemónica, aquella que la industria ocupaba, tiene todo tipo de consecuencias inmediatas para las divisiones de género y las diversas divisiones internacionales y geográficas del trabajo, que no puedo tratar de este ensayo.




[…] la lucha era entre la propiedad inmueble (como la tierra) y la propiedad mueble (como los bienes materiales), hoy la lucha es entre la propiedad material y la inmaterial -o, dicho de otra manera, […] hoy es sobre su escasez y su reproducibilidad, de tal manera que la lucha puede plantearse entre la propiedad exclusiva y la propiedad compartida. El enfoque actual sobre la propiedad inmaterial y reproducible en la economía capitalista se puede reconocer facilmente incluso desde una mirada superficial en el campo del derecho de propiedad. Patentes, derechos de autor, conocimientos indígenas, códigos genéticos, la información en el germoplasma de las semillas, y cuestiones similares son los temas más debatidos. El hecho de que la lógica de la escasez no se sostiene en este campo plantea nuevos problemas a la propiedad. […] el movimiento necesariamente triunfa sobre la inmovilidad, también hoy lo inmaterial triunfa sobre lo material, lo reproducible sobre lo irreproducible, y lo compartido sobre lo exclusivo.

El dominio emergente de esta forma de propiedad [inmaterial] es importante, en parte, porque demuestra y devuelve al centro del escenario el conflicto entre el común y la propiedad como tal. Ideas, imágenes, conocimientos, códigos, lenguajes e incluso afectos pueden ser privatizados y controlados como propiedad, pero es más difícil controlar su posesión porque son muy fáciles de compartir o reproducir.

Tales bienes tiene una presión constante por escapar de los límites de la propiedad y convertirse en comunes. Si se tiene una idea, compartirla no reduce su utilidad sino que generalmente la aumenta. De hecho, con el fin de alcanzar su máxima productividad, ideas, imágenes, y afectos deben ser comunes y compartidos. Cuando se privatizan su productividad se reduce drásticamente -y, añadiría, el común en la propiedad pública, es decir, sometido a control o gestión estatal, también reduce su productividad.


La propiedad se está convirtiendo en una traba para el modo de producción capitalista. Aquí hay una emergente contradicción interna al capital: cuanto más cercado es el común como propiedad, más se reduce su productividad; y sin embargo la expansión del común socava las relaciones de propiedad de una manera fundamental y general.

[...] El capital, en otras palabras, está creando su propios sepultureros».

Extracto de: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=132852. (Los subrayados son míos.)






Artista y genio

No es lo mismo un artista que un artesano. ¡Claro! Pero ¿quién de nosotr@s posee la capacidad y actitud necesarias para hacer evolucionar algo? Innovar es muy difícil, son precisos unos ingredientes y unas circunstancias sociales y culturales que no se dan habitualmente. ¿Quién o qué define lo que es innovador? Hoy en día, además, la genialidad se mide por las listas de ventas. 

Las mentes “geniales”, l@s artistas, son personas excepcionales que de alguna manera cambiaron la forma de entender el mundo con su visión. Eso no nos ocurre a los “estándares” que somos la inmensa mayoría. Los Picassos, las Bjiörks, los Cervantes, las Woolf, etc., no son comunes: “No hay nada nuevo bajo el sol”. Y sus vidas fueron un cúmulo de obsesiones, triunfos, desgracias, hallazgos, emociones y fracasos que no vamos probablemente a experimentar nunca. 

Lo normal es que seamos profesionales modestos, que intentemos desempeñar nuestro trabajo creativo de una manera práctica y que nos permita vivir con dignidad. Es raro que la forma de vida que elijamos, sobretodo con el pasar de los años y si tenemos hijos, sea “filosófica y efectivamente de Arte”. Más bien será, simplemente, un modo de vida emocionante, con el que consigamos realizarnos y que nos permita salir adelante económicamente. Si tenemos suerte y vocación (hay much@s que sólo buscan enriquecerse o figurar). 

La mayoría de los creadores (currantes) de cualquier ámbito o profesión utilizamos fórmulas cuya efectividad es patente, la labor que ejercemos es a lo sumo cambiar o adaptar, de forma particular eso sí, el envoltorio de las ideas. Ideas recibidas, heredadas y compartidas; aprendidas de nuest@s compañer@s y maestr@s, que nos limitamos a duplicar, repetir con mínimas variantes. Nada parejo a lo extraordinario. 

Aún así, no me parece moralmente aceptable que alguien por ser un genio del arte, un “artista” inigualable y único, gane millones o se merezca tantos privilegios; mientras la mayoría no puede ni encontrar un trabajo digno y apropiado a sus necesidades y capacidades. El beneficio está muy mal distribuido, ningún talento se merece tanto. “El talento no se tiene, se conquista”. (Volvería al tema de la Renta Básica, pero no es lugar.) 

Dicen acertadamente que hay much@s que también reivindicarían su calidad de “artista”. Pero, ¿no es más bien al revés? Que el trabajo de algun@s está sobrestimado. Que much@s que ya se consideran artistas gracias a los medios, y a la insensatez general, persuadida de la facilidad de brillar como las “estrellas”, no son mas que repetidores, instrumentos de las empresas para enriquecerse, que han bañado con una capa de lustre lo que no es más que algo corriente; y con lo que logran sus objetivos: Que consumamos, que nos peleemos por alcanzar algo inexistente, una promesa de fama y lujos: Ser genial; ser “artista”.

Tod@s deberíamos sufrir una cura de humildad si queremos que el panorama cambie, y no sólo en el mundo del arte y la cultura. El planeta está globalizándose a expensas de la naturaleza y la vida buena, y debemos asumir nuestra parte de responsabilidad: “Tod@s somos iguales, pero algun@s somos más iguales que otr@s”, o pretendemos serlo aunque nuestra intuición nos grite que la felicidad es otra cosa: Saberse útil a los demás con lo que mejor sepas hacer. 








jueves, 7 de julio de 2011

Vivir dentro del Sistema

Me parece que la situación social que nos toca vivir, efectivamente, provocada por los poderos@s, es, sin embargo, producto del factor cultural humano que antepone el consumo a la prudencia y confunde felicidad con comodidad: Tod@s somos, cada cual en su medida, responsables de lo que hemos creado, y de cambiarlo con nuestras acciones.

Por eso apoyo la iniciativa de rechazar, dentro de límites viables, sus imposiciones ["(8) Centros comerciales; grandes almacenes; entretenimientos; tecnología innecesaria; modas; nuevos "escándalos informativos" (cortinas de humo)…"]. Pero… ¿Cómo vivir eligiendo siempre lo justo? Podemos dejar de beber CocaCola y de utilizar productos de empresas transnacionales, pero, ¿qué pasa con la electricidad para los hogares, la gasolina y los aceites para el coche? ¿Vamos a dejar de utilizarlos? ¿Y los medicamentos…?

Es factible dejar de ver la Tv., evitar leer los periódicos cuando tu capacidad de análisis no da para discernir lo mínimo, y buscar información en internet, sin embargo, tener ADSL en casa implica un gasto que no tod@s podemos permitirnos. Y los teléfonos móviles, fomentados por empresas que expulsan trabajador@s mientras nadan en beneficios ¿los desechamos?

Por otro lado, cuando intentas vivir con un sueldo mínimo (800€), es bastante difícil, por no decir imposible, salir adelante seleccionando productos de calidad, respetuosos con el medio ambiente y éticamente manufacturados:

Las marcas blancas son una opción, pero detrás puede haber empresas que están, estuvieron o estarán especulando (Kraft, Pepsi, Nestlé, Grupo Rumasa).

Comprar ropa barata (Zara, Stradivarius, Pull and Bear, Berska, Oysho), es un fastidio, porque se sabe que está producida en países del tercer mundo donde se explota al@s trabajadores; pero las marcas de "alto standing", además de ser privativas, también confeccionan la ropa a base de estafar a trabajadores sumergidos, como en Italia y demás países occidentales incluida España (En "Gomorra" está bien explicado).

Así que, salir del sistema es complicado, y manifiestamente duro sobrevivir con las condiciones que nos proporciona. Por lo menos, aunque no podamos elegir coherentemente porque no nos dejan o porque el acceso a productos ecológicos (de la huerta de al lado) y moralmente plausibles significaría un esfuerzo que supera nuestra posibilidades cotidianas; al menos, digo, NO LES DEMOS EL DINERO QUE NOS QUEDA (después de afrontar los gastos mínimamente indispensables: alquiler o hipoteca, manutención) PARA LLEGAR A FIN DE MES.

Yo, como la mayoría, en mis actuales circunstancias (¡ya tengo internet!), no me puedo permitir NO comprar en los "chinos" o en Decatlhon. Y NO pienso dar parte de mi sueldo a esas empresas especuladoras que se enriquecen, AUN más, vendiendo artículos con precio inflado, que justifican con las bondades adquiridas por "marca" y solera.


Una cosa es querer cambiar el sistema, con actitudes coherentes: informándose, alimentando el espíritu crítico para evitar en lo posible el engaño y la tergiversación en cuestiones trascendentales, tomar partido en política y sociedad, dar ejemplo con un consumo responsable, educar a tus hij@s en la sencillez y evitar en lo posible la influencia mediática y ajena de carácter tóxico; y otra muy distinta, es pretender vivir completamente aislado de influencias, sacando el dinero de los bancos para guardarlo bajo una losa, mediante el consumo austero de productos libres al completo de injusticias en su desarrollo: comer con lo que plantes; o adquiriendo bienes y mercancías manufacturadas que sepas CON CERTEZA que se han producido en condiciones de dignidad TOTALES.

Para eso, habría que vivir en comunidades naturistas, "altruistas" autosuficientes: Apartadas de la debacle industrial financiera y social, de toda tecnología moderna (quizá la paloma mensajera si sería honroso usarla), de cualquier influencia perniciosa para nuestr@s hij@s, de todo fruto de la civilización posindustrial actual. Y eso es casi (casi porque hay algun@ valiente por ahí que lo ha hecho) inviable, quimérico.

Seamos realistas, estamos donde estamos por lo que somos, y es necesario cambiar el sistema desde dentro, empezando por nuestro más intimo conflicto emocional/racional. Otra cosa sería una especie de suicidio relacional, nada práctico: El deseado cambio empieza por asumir, en primer término, nuestra escueta capacidad para salir adelante en las actuales circunstancias; luchar por mantenerse sano y activo intelectualmente. Para después, como continuo, implicarse en la educación preventiva de nuestros hij@s y ejemplarizar con actitudes de respeto a los demás y a la naturaleza. Interesarse por cuestiones fundamentales que, desde la cultura, inviertan el sentido adulterado con el que hemos barnizado a la Vida.



martes, 5 de julio de 2011

15-M como opción política

Me inclino por la opción de NO politizar el 15-M. El movimiento es la expresión del sentir de la gente, y trasciende la política y la economía. Su empuje será efectivo sólo si se mantiene su pureza y su inercia: Much@s de los que compartimos su filosofía, entendemos que la jerarquía y el manejo del poder de las masas puede fácilmente corromper cualquier espíritu antes éticamente limpio. Nadie se salva de los tentáculos de la vanidad.

Por eso creo firmemente que la lucha política debe ser paralela y "aprendiz" de la guía de los pueblos y sus necesidades básicas, justas y cotidianas.

La formación de cualquier iniciativa o partido político debería adoptar como ideario lo que dimana de la esperanza y la voluntad popular; pero su lucha tiene que ir por caminos paralelos y de sentido idéntico: caminos que con perspectiva de futuro convergen en el horizonte final.

Por eso me parece apropiado la unión de las fuerzas progresistas ya existentes y la formación de grupos aglutinadores de tendencias (como están haciendo los ecologistas). Tendencias políticas, sociales y culturales que deberían confluir en una acción común que reivindique, movilice y plasme mediante la acción, los designios de la voluntad del pueblo.

Cualquier opción que naciera de la honestidad demostrada, de la apertura ideológica, de la profesionalidad ética y del compromiso avalado por el trabajo cotidiano, convocaría, creo, el voto ciudadano mayoritario. El voto de los que integramos activa o conceptualmente las personas que nos sentimos representadas por el 15-M.