miércoles, 8 de junio de 2011

15-M; ¿conspiranoia o voluntad como expresión de la esperanza?



La valentía es la libertad en acto”. José Antonio Marina. 

La utopía es el motor de la lucha social y sin ella no surgirían los movimientos revolucionarios. El ser humano tiende a conservar lo conquistado: es un adelantarse a la carencia, al temor de no proveer de lo necesario a los que nos sigan. 

Precisamente, ese miedo visceral es el que se escamotea con fines contrarios al desarrollo ético y sostenible. Los poderes mundiales, desde sus cúpulas, manejan nuestras emociones, sentimientos e inteligencia para aumentar su capacidad de control. Con métodos demagógicos y populistas, sostenidos por los medios de comunicación, persuaden a los humildes de que el camino impuesto por el capitalismo es el único viable. Cualquier otra opción sería nuestra quiebra. 

Pero es a la inversa. 

Quien no esté al tanto de los manejos de los sucesivos gobiernos imperialistas que han dirigido, desde occidente, el destino de los pueblos –servicios de inteligencia, dinero para sobornos; recursos militares, asesinatos programados, derrocamiento de Estados, invasiones justificadas, etc.–, puede fácilmente enredarse en esa fatídica tela de araña que han tendido sobre nuestro futuro y olvidar, e incluso rechazar, cualquier soplo de esperanza. 

Se habla de “la guerra de cuarta generación”, 4GW, como instrumento de control social. Potencial de desinformación, de persuasión a escala mundial. El enemigo de los poderes neoliberales ya no es físico, sino intelectual. El objetivo se localiza en la mente del pueblo; en su capacidad de unión y de desobediencia colectiva. En su poder para cambiar las cosas simplemente votando. 

Usando los medios de comunicación –la mayoría comprados– e internet, se esparcen informaciones inciertas, datos contradictorios que siembran la duda y la desesperanza. Quieren canalizar el desconecto y la indignación por medio de válvulas de escape, de manera que no les estalle en las caras irreversiblemente. Corrompen el valor de las personas para enfrentarse a las tiranías; el sentido de responsabilidad del individuo –disgregado y amansado con ocio fácil– se conmuta por un deseo de comodidad. 

Se asumen la ignorancia, el miedo, la pereza, la ira y el odio al diferente como estados normales. Se recrudece el individualismo. Nadie da un ardite por el de al lado. 

Sin embargo, la vida es un continuo acto de fe. No habríamos salido de las cavernas sin tal empuje. Construir un futuro nuevo y acorde con las necesidades y aptitudes del ser humano es quizá la función primordial de nuestra existencia. 

La falta de libertad radica en enconar los deseos y las pasiones que nos encadenan. Un adicto o adicta no son libres. Desmontar esos artificios que nos atenazan requiere valentía. Perder el miedo a equivocarse es un deber que tenemos que afrontar como necesario. 

Nadie sabe que nos depara el futuro del movimiento, pero a pesar de las dudas, las disyuntivas y los desacuerdos, debemos perseverar. Quizá, si aciertan esas voces apocalípticas que tachan el movimiento de programado y dirigido por el capital y falto de efectividad real; a pesar de los esfuerzos de los enemigos del bienestar social por reducir a la mínima expresión nuestras fundadas razones para revelarnos; tal vez, la fuerza pacífica que se desarrolle se convierta en un flujo imparable que derrumbe sus canales, anegue sus oscuros baluartes, y se convierta en una marea de cambio que convierta el “Nuevo Orden Mundial” en algo digno y justo para el ser humano. 

Para ello necesitamos valentía y sobre todo paciencia y perseverancia: La voluntad es la expresión activa de la esperanza. 










1 comentario:

A.M.G dijo...

podria ser las dos cosas o incluso una tercera, pero yo me quedo en el lado de la esperanza... un saludo

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