Soy ella. Profundamente. Late ahí; insondable.
Es como un lejano clamor. Estallidos dispersos que luego se unifican y restallan inundando la bóveda de mi hueco interior. Más tarde, asciende por la chimenea, desborda por la boca de mi volcánico ser convertido en llanto y, así; me vacío de ella. Vuelvo a ser yo. Pero hay un después. Encuentro el instante que ansío. Al hallarme en él quiero huir porque todo se torna dolor, y sólo vislumbro dos alternativas: continúo, o vuelvo a ella, a ser con ella.
Es como un lejano clamor. Estallidos dispersos que luego se unifican y restallan inundando la bóveda de mi hueco interior. Más tarde, asciende por la chimenea, desborda por la boca de mi volcánico ser convertido en llanto y, así; me vacío de ella. Vuelvo a ser yo. Pero hay un después. Encuentro el instante que ansío. Al hallarme en él quiero huir porque todo se torna dolor, y sólo vislumbro dos alternativas: continúo, o vuelvo a ella, a ser con ella.
Creo que no voy a poder aguantar mucho más. Crece geométricamente, como una espiral; su espiral. Debería convertirla, modificar su mecanismo absorbente, su atracción centrípeta, en la cuerda de nuestro reloj. Ajustarla al máximo y recorrer el tiempo juntos. Pero no es la hora, lo sé. Tengo que seguir…
El momento es confuso, no es el que pretendo, debería perseverar. ¡Ser más yo! Es la única manera de que no me cambie por otro; un recipiente nuevo. Sé cómo lo necesita: bulle dentro de mí; por eso lo vomito. No, y sí es mío; como si hubiera inoculado su ser esencial en mi espíritu y lucharan por convivir en mi espacio. O nos disolvemos o no sé que será de mí. ¿Agua y aceite? No lo creo, lo llevo dentro; y lo presiento.
Sospecho que lo sabe, pues, al disputar en mi espacio íntimo, la conexión es casi celular. Conoce mis dudas, no las aprueba, precisa algo más de mí y de la conjunción de nuestros seres. Escapar de tal reto es una derrota pero también un alivio, y mantener una propicia unión sólo es posible haciéndome más a mí mismo, de tal manera, que su esencia no anegue mis espacios internos y acabe por derrumbar mis débiles estructuras. Mis valores más preciados.
Ambas opciones conllevan un riesgo medido, apropiado, y escoger es una responsabilidad superior a mis actuales fuerzas. Por otro lado, comprendo fugazmente, cuando la esperanza serena mis nervios, que soy más yo cuando soy ella; con ella dentro.
La espiral se acciona y el engranaje del tiempo camina rodado, sin encallarse en esquinas ni recelos. Una renovada experiencia del vigor olvidado recorre los ejes de mi organismo y confluye en el centro de mi existencia, explorando nuevas vías nunca antes transitadas por mi razón enfermiza; mi juicio, que sin sustento emocional, extravió el rumbo y consintió ser desplazado por una existencia todavía ajena. Enemiga aún…
Yo mismo mirando al espejo: Ella reflejada en la superficie interna de mis ojos.
2 comentarios:
Javi,te conocía como un excelente músico y mejor persona pero ... esta faceta tuya de escritor me a sorprendido y muy gratamente,te pido y ruego por favor que no lo dejes
¡ FANTASTICO !
Digo lo mismo que Pablo!! Aupa Javi. Un beso
Laksmi y Shiva, y eso? Ah! Soy Vanessa
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