viernes, 12 de agosto de 2011

Después de 1984

Acabo de terminar 1984. Tengo sensaciones encontradas, mi capacidad intelectiva desvaría; quizá el "doblepensar" de la distopía de Orwell se ha instalado en mi conciencia.

Hoy es un día funesto para mi esperanza, por más que proyecto luz en mi disposición, el estado de ánimo que soporto me infunde pensamientos derrotistas: No veo salida.

No hay más que referencias desasosegantes, noticias que hablan de censura, abuso y parcialidad.

Las bolsas se desploman, las élites sacan tajada, la curia se escabulle tras su velo de santidad, la gente se abrasa de calor, las revueltas propician el vandalismo, la democracia de vacaciones… La gente sencilla no puede reciclar tanto despropósito y mete la cabeza en la arena de la playa para huir, aunque sea quince días, de la realidad que nos están fabricando las oligarquías.

Si analizo mi valentía o mi cordura desde este estado, o mi capacidad de lucha y mi habilidad para adaptarme a los períodos de dificultad, sólo cabe deducir la debilidad espiritual y el miedo al fracaso y al dolor que en situaciones extremas, probablemente, me invadirían; me inmovilizarían:

El arrojo que gasto en foros y redes es papel mojado… No lo puedo demostrar; a lo mejor en un instante decisivo mis más desconocidas facultades lograrían transformar todo lo negativo de mi personalidad en una fuerza arrolladora; y así me enfrentaría a cualquier vicisitud. Pero conozco mis debilidades; sé que no confío excesivamente en el ser humano, y menos en su desapego por la vida en momentos en los que la supervivencia exacerba el egoísmo innato y antepone el bien propio al ajeno. La solidaridad de concepto es fácil de arrogar y defender.

Los pensamientos solapados que me angustian son dispares y suelen ser de signo variable. Unos me aseguran que la humanidad sabrá zafarse de la oscuridad que se cierne sobre ella al final del camino que tomó. Otros invalidan cualquier argumento racionalizado que se base en falsas certidumbres, demuestran la falacia del Estado de Bienestar y la absoluta ausencia de apego e interés en las masas por la unión y el reparto de responsabilidades.

La carencia de medios de la mayor parte de la población del planeta para satisfacer las necesidades básicas para subsistir, la impunidad con que las élites se reservan los recursos naturales y económicos y la mendacidad e incapacidad de los políticos en su tarea para regular e impartir justicia, está provocando dos consecuencias: La rabia contenida que se acumula y resopla por las fisuras de la capa social más desfavorecida (la clase media está desintegrándose y permutando en” pobreza limpia”) amenaza con destruir el sistema establecido con violenta y desmesurada reacción, una vez que las manifestaciones pacíficas se consideren insuficientes al ser minimizadas con desdén por los gobiernos y mercados; o como alternativa, el conjunto de las clases sociales desposeídas, desesperadas y abatidas, sin ninguna opción al alcance de su imaginación más combativa, se degrada y humilla; se doblega y aviene a los imperativos de esclavitud, censura y escasez.

Quiero —y quizá pueda— confiar. Ansío el despertar de la cordura y su establecimiento efectivo. Necesito pensar que el desinterés por los demás, la competencia salvaje entre débiles y la huida hacia delante de los poderes universales para manejarnos a su antojo desde la distancia, no serán el residuo que quede después de vaciar la cuba de las opciones cabales.

Hoy tengo miedo al futuro. El mañana no lo conozco.



«Si hay alguna esperanza está en los "proles"...Mientras no tengan conciencia de su fuerza no se rebelarán, y hasta después de haberse rebelado no serán conscientes. Éste es el problema.» 1984-G. Orwell.







3 comentarios:

Anónimo dijo...

Las opciones cabales las vamos gestando día a día (fuera de la política) y éstas se impondrám sobre las "no cabales". La supervivencia de la especie se impondrá. El sistema no se destruye ni con acciones pacíficas ni violentas. El sistema muere por su inoperancia frente a alternativas reales y eficaces... y un empujoncinto claro¡

Anónimo dijo...

El sistema está moribundo, pero todavía alargará su total desaparición y convivirá juntamente con otras alternativas que se irán imponiendo en la medida que económicamente sean mas eficaces que el capitalismo. Nunca abra una salida en el plano político sino en el económico. Éste tiene que garantizar la abundancia para TODOS y me refiero a todo el planeta porque un sistema muestra su caducidad, cuando ya no puede ni alimentar a sus asalariados que son los que le proporcionan la plusvalía o beneficio. Capital y salario, son dos caras de la misma moneda. Cuando desaparezca uno el otro irremediablemente morirá.

Anónimo dijo...

El sistema está moribundo, pero todavía alargará su total desaparición y convivirá juntamente con otras alternativas que se irán imponiendo en la medida que económicamente sean mas eficaces que el capitalismo. Nunca habrá una salida en el plano político sino en el económico. Éste tiene que garantizar la abundancia para TODOS y me refiero a todo el planeta porque un sistema muestra su caducidad, cuando ya no puede ni alimentar a sus asalariados que son los que le proporcionan la plusvalía o beneficio. Capital y salario, son dos caras de la misma moneda. Cuando desaparezca uno el otro irremediablemente morirá.
14 de agosto de 2011 11:04

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