martes, 19 de abril de 2011

Sobre comer, toros y demás "costumbres arraigadas", consumos y propósitos de enmienda.

A much@s nos gustaría poder hacer las cosas de la manera más justa posible, pero el sistema que nos abarca no nos permite mucho margen de acción a los comunes. Comer es necesario, pero también lo es saber de dónde proceden y como llegan a nuestras tiendas los productos que utilizamos; la mayoría de las veces con cierto grado de dudosa necesidad: No son imprescindibles muchos de los productos que consumimos, que para ser accesibles, se utilizan recursos naturales irrecuperables (medio ambiente, combustible, campos sobreexplotados, zonas del planeta sumidas en la miseria que se esquilman para rentabilizar el mercadeo especulativo que con los productos básicos se lleva a cabo, etc.).



Hay voces que acusan a los que comemos animales de ser insensibles a los procedimientos de cría, lugares donde se asesina sin remordimiento seres vivos para nuestro disfrute y engorde. Pero una cosa es asumir que no podemos vivir como en una comuna naturista, ni es el caso (aunque siempre podemos estar al tanto de lo que consumimos y limitarnos a lo que honestamente creamos necesario y "ecológicamente" asequible), y otra muy diferente es utilizar y torturar a seres vivos para el regodeo arcaico de unos cuantos, con la excusa de las tradiciones y los puestos de trabajo que genera: Es difícil elegir hoy en día dónde trabajar, y tod@s hacemos lo que podemos para salir adelante; pero a la primera oportunidad, lo correcto, creo yo, es evolucionar hacia el empleo acorde con nuestras convicciones y valores éticos: Yo, sinceramente, no querría trabajar en una empresa de armamento o en otras industrias que se dedican a producir artículos que van en contra de la vida digna de los seres de este planeta. 
(En mi humilde experiencia laboral, muchas veces he preferido trabajar de camarero en pubs y dejar de lado mi profesión (músico) que colaborar con iniciativas contrarias a mi forma de pensar. Otras, no he tenido más remedio que aceptar, pero con la seguridad de dejarlo en cuanto pudiera, aunque económicamente fuera rentable.) 

Es nuestro deber poner un granito de arena para que todas esas costumbres corruptas y perversas que están asolando el planeta se acaben de una vez por todas, aunque muchas estén tan arraigadas (como comerse un fruto tropical a costa de gastar combustible, explotar a los pueblos del tercer mundo y dejar en paro a l@s campesin@s de nuestra zona), que parezca que ya no sabemos vivir sin ellas.

Costumbres que si pensamos un poco no necesitamos para subsistir; incluso cómodamente: Comprar por placer, derrochar, hartarnos a comer, habituarnos a los exotismos y extranjerismos (productos irrisoriamente innecesarios y elitistas, como los "delicatessen" de la cocina "deconstruida") , viajar en coches particulares en exceso, correr en las carreteras, hipotecarnos para conseguir bienes irrelevantes (fomentando la especulación bancaria), ver la televisión como medio principal de ocio, UTILIZAR LA NATURALEZA COMO SI FUERA DE NUESTRA PROPIEDAD, etc.

(Qué fácil es hablar. Veamos cuanto acto se esconde tras las palabras.)




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